Usos y Abusos del Teléfono móvil en la vida cotidiana

26.06.2023


Hace unos días tuve la suerte de que se me estropeó el teléfono móvil. Digo que tuve la suerte porque gracias a eso me di cuenta de lo pendiente y dependiente que estaba del móvil y de que tenía que hacer algo para no seguir así. Los que estamos en una edad que supera los 40 años de edad, somos una generación de afortunados que sabemos lo que es vivir sin teléfono móvil. Hemos crecido y vivido sin necesitar ese aparatito, que actualmente ha invadido nuestras vidas en muy pocos años para acompañarnos las 24 horas del día los 365 días del año. No quiero obviar, evidentemente, las ventajas que nos ha proporcionado también la telefonía móvil conectada a internet, pero de eso ya hay propaganda suficiente . Yo quiero hablarte de lo que he observado en mí y en mi entorno, y de lo que me preocupa de esta expansión tan salvaje.

Hasta la 2ª generación de telefonía móvil podías estar localizable desde tu teléfono, podías llamar y podías enviar y recibir SMS, que eran mensajes puntuales con un coste. Por aquel entonces no había whatsapp ni conexión a internet desde el teléfono, nuestra atención estaba normalmente presente en el día a día y el uso del teléfono en general era moderado. Pero a partir de la 3ª generación de telefonía móvil, a partir del año 2002-2003, se introduce internet en el teléfono móvil y en muy pocos años se va expandiendo su uso por todo el mundo, con cada vez más prestaciones, más servicios y más velocidad.

¿Cómo ha cambiado nuestra relación con el teléfono móvil desde entonces y hasta nuestros días? A esta pregunta te respondo con otra pregunta: ¿tú puedes pasarte tres días, solo tres días sin tu teléfono móvil? Bueno, ¿Puedes pasarte dos días sin tu teléfono móvil? ¿Un día? Varios estudios con adolescentes han constatado que renunciar al teléfono móvil solo por un día produce cierto grado de ansiedad, genera abstinencia, se presentan síntomas fisiológicos como aumento de la frecuencia cardíaca y de la presión arterial, y se ha observado inestabilidad emocional, estrés y estados depresivos. En la actualidad necesitamos el móvil para casi todo, y solo con pensar que no lo tenemos o que se nos ha perdido o estropeado, suenan las alarmas, como si nos pudiera faltar un pedazo de nuestro ser. El informe Mobile en España y en el mundo 2020 refleja que más de 7 millones y medio de españoles se consideran adictos a sus dispositivos. Y solo hablamos de los que se consideran y lo reconocen. El 61% de los encuestados asegura que "mirar el teléfono es lo primero y lo último que hace cada día". Casi 4 millones de personas en España no puede pasar más de una hora sin consultarlo.

Sabemos que el cerebro segrega una sustancia, un neurotransmisor llamado "dopamina", que se activa ante situaciones que pueden ser gratificantes, incluso antes de consumar la gratificación, es decir, se activa desde que emerge la posibilidad de ser gratificado hasta la gratificación. La interacción social, por ejemplo, es fuente de segregación de dopamina. Bien lo saben los que dirigen aplicaciones y redes sociales, que como es sabido, invierten millones de dólares en investigar cómo alentar esas dosis de dopamina en los usuarios propiciando conductas insatisfactorias que generan compulsión, necesidad de repetir una y otra vez el mismo acto, y adicción. Cada vez que vamos a revisar el teléfono móvil se dispara una dosis de dopamina en nuestro cerebro, de alguna forma obligándonos a revisarlo una y otra vez para mantener el nivel de dopamina que necesitamos para sentirnos bien. Y quedamos enganchados a esa actividad de manera adictiva, como si necesitáramos estar enganchados al teléfono sin límite. Como que en realidad esa actividad es insatisfactoria, pues solo obtenemos una gratificación momentánea, inmediata cuando recibimos un mensaje o un Like por ejemplo, cada vez necesitamos realizar más esa actividad para mantener los niveles de dopamina. Mientras tanto, la vida real nos pasa por delante, pero no la queremos ver, no es tan excitante. Cualquier momento es bueno para revisar el móvil y estar enganchado a él, parece que es mejor eso que observar nuestro entorno, que observarnos a nosotros mismos o que relacionarnos con quien tenemos al lado.

¿Cuál es el colectivo más perjudicado? Sin duda, niños y adolescentes, el futuro de la humanidad, a los que se les enchufa la pantallita ya desde la más tierna infancia. Estos niños y adolescentes no saben que se puede vivir sin teléfono móvil, no conciben el mundo de otra manera, pues ya crecieron con este panorama. A esa edad difícilmente pueden gestionar su uso, en ese sentido tienen que ser los padres quienes pongan límites claros. Por otro lado, a pesar de las consecuencias que está comportando el uso desmedido de los teléfonos móviles, no hay regulación al respecto en absoluto. Cualquier niño puede tener acceso sin problema. Tampoco se advierte de la radiación electromagnética de alta frecuencia que emite cualquier teléfono o aparato conectado vía wifi. 

Como decía, los que tenemos más de 40 años sabemos que se puede vivir sin móvil, de hecho crecimos sin él. Y quedábamos con nuestros amigos y teníamos compromisos sin tener que estar pendientes de whatsapp. En España por lo menos, se usa whatsapp para todo, para decir cualquier cosa, para cambiar el plan cinco minutos antes de una cita, para mantener conversaciones y pasarse horas enganchados al teléfono, incluso para despedirse definitivamente del novio o novia de turno. En ese sentido la tecnología nos está condicionando por completo, no solo nuestro día a día, sino la forma como nos relacionamos… Nos parece lo más normal estar todo el día pendientes y enganchados al móvil.

Pués bien, Por si lo que tenemos hasta hoy fuera poco, se aproximan dos "evoluciones" del móvil que aún nos pueden alejar más de la realidad relacional y que llevarán esta locura de enganche con los aparatos un poco más allá si cabe. Una es el metaverso, por donde también nos querrán hacer pasar nuestras actividades cotidianas y nuestras relaciones sociales y laborales. Y la otra es implantarnos un chip bajo la piel, que ejercerá las mismas funciones que el teléfono móvil… y más. Este chip se asemeja al que le ponen a los perros para poder identificarlos, aunque se trata de un chip un poco más avanzado. Si ahora lo ves inverosímil, puede entenderse, pero este es el futuro que nos tienen preparado. Como suele pasar, te venderán sus ventajas y obviarán todo lo que te pueda perjudicar. La gran masa social pasará por el tubo y la presión social y los medios de comunicación y propaganda harán el resto para que te quedes al margen si no quieres entrar en el juego. Más adelante, quizá después de otra pandemia, dirán que la salud mental de la población está cada vez más deteriorada a causa de esa pandemia, y a la mayoría les sorprenderá.

Personalmente, a partir de estar una semana sin teléfono, te lo digo solo por si te puede servir de referencia, a partir de aquí tú puedes hacer lo que mejor se adapte a ti… personalmente he decidido desinstalarme algunas aplicaciones como redes sociales y el correo, así no estoy tan pendiente, también lo mantengo en silencio y en modo avión en muchas ocasiones… y tengo entendido que hay personas que deciden quitar los colores vivos del teléfono manteniéndolo en blanco y negro para que no sea tan atractivo, así como desactivar notificaciones de determinadas aplicaciones. Personalmente tengo el teléfono en modo lectura, que es una luz más anaranjada, no tan perjudicial como la luz azul de cualquier teléfono. Whatsapp yo lo mantengo porque por lo que he podido comprobar, vivir en España sin Whatsapp es poco menos que una actividad de riesgo social y relacional.

Una de las formas en que más se ha colado el móvil en nuestras vidas es en los llamados "tiempos muertos", esos momentos en que vas a cenar con alguien y ese alguien se va un momento al lavabo por ejemplo, o en los tiempos de espera en que aún no ha comenzado una reunión o una película, así como cuando nos despertamos o cuando nos vamos a dormir. Sin que seamos conscientes, y aún y siendo conscientes de ello, la incorporación e integración del teléfono móvil en la sociedad nos recluye en nosotros mismos y nos mantiene activos mentalmente, casi sin descanso, pues siempre hay algo en el móvil más estimulante, que observar la realidad, que observar tu entorno o que observarte a ti mismo y sentirte, aunque solo sea para reflexionar. Ciertamente, la sociedad en general vive en una hiperactividad mental normalizada, sobreestimulada y sobreinformada, nuestro tiempo está casi permanentemente ocupado por el teléfono móvil, que cada vez nos aleja más de nuestro cuerpo, de nuestra realidad del momento y de nuestra realidad relacional. El teléfono móvil definitivamente se ha convertido en la mejor forma de escapar de la realidad y de nosotros mismos a través de infinidad de webs y plataformas de todo tipo. A partir de aquí, tú eres el responsable del uso que le das al aparato.