Trampas y Secretos del Espejo

09.12.2022


Cuando uno se mira en el espejo, suele hacerlo para mirar su imagen y para comprobar que todo está bien, que no hay ninguna falla. Si hubiera algo que vemos que no está bien, tratamos de rectificarlo y pasamos a otra cosa. Desde esta perspectiva miramos la imagen de nosotros mismos en el espejo y tratamos de modificarlo lo necesario para aceptarnos y gustarnos a nosotros mismos y a los demás.

Este acto tan sencillo y cotidiano, en función de la persona puede tener cantidad de acepciones. Así por ejemplo, hay personas que apenas se miran en el espejo, otros se pueden pasar horas mirándose, la mayoría se mira y modifica algo en su cara o en su cabello; los hay también que se miran para inflar su ego y la imagen que tienen de sí mismos; otros también se miran distorsionando su imagen y machacándose a sí mismos.

Lo cierto es que muchos se miran en el espejo, pero pocos se quieren ver, con arreglar la fachada parece suficiente, aunque los cimientos estén temblando. Esta es una de las trampas del espejo: mirarse y no verse. Verse realmente se ha convertido en un asunto de otra dimensión en el mundo en que vivimos, tan volcados hacia fuera y tan poco hacia dentro. El nuevo espejo del s.XXI es el teléfono móvil con su cámara incorporada, desde donde algunas personas se pasan el día haciéndose fotos y videos para simplemente exhibir la imagen que pretenden dar. Suele tratarse de personas esclavas de su propia imagen, en las que si hurgamos un poco no tardaremos en ver el vacío que albergan y que al mismo tiempo ocultan. El maquillaje, las poses ensayadas frente al espejo y las operaciones de imagen conformarán formas artificiales que ocultan lo que hay de verdadero. Con tal de evitar operar en la realidad interna, se operará todo lo que pueda ser operable en la imagen que ofrece, y finalmente en el cuerpo. Evidentemente estas personas son víctimas de la trampa del espejo.

Entre los 18 y los 24 meses de edad, la vista y el cerebro de cualquier bebé han madurado lo suficiente como para que logre reconocerse en el espejo. Durante ese tiempo inicia un proceso en que va tomando conciencia de sí mismo. Puede mirarse en el espejo y por primera vez verse, se reconoce, es alguien único diferente al resto. A partir de ahí empieza a situar las bases de lo que será su identidad personal. Posteriormente, los padres serán el espejo donde se mire a lo largo de la infancia. En función del reflejo que le devuelvan a través de la relación que mantiene con ellos, es decir, en función de cómo le miren, para bien o para mal, así será cómo internamente se vea. Desde esa mirada se pensará y se sentirá a sí mismo, y pensará y sentirá el mundo. A sus padres se sumarán las miradas, el reflejo de otras personas relevantes que pasen por su vida, pero la mirada y el reflejo de los padres, con el trato que le ofrecen, será la columna vertebral de cómo se ve a sí mismo. ¿Somos conscientes de la envergadura que esto supone?

Este podría considerarse uno de los secretos del espejo, que al mismo tiempo es una trampa, pues uno se mira creyendo verse a sí mismo, cuando en realidad solo se mira y se evalúa en función de lo que otros han visto en él. Y esto aún se complica más cuando lo que otros ven en él es lo que esos otros no logran ver en sí mismos, proyectando al mismo tiempo esa imagen o reflejo que en su infancia proyectaron en él. Y ahí finalmente tenemos el pastel distorsionado de cómo nos vemos a nosotros mismos, encasillados allí donde tan bien nos han encajaron y atrapados allí donde no tuvimos más remedio que dejarnos atrapar: ingeniería pura. Es necesario profundizar y verse para realmente discernir todos los mecanismos que generamos ahí. Discernir quién soy yo en medio de todo este lío va a requerir el reto de mirarme implacablemente por dentro, y va a requerir también la sabiduría para discernir qué considero y qué no considero de lo que me viene de fuera.

Verse bello o bella, o feo o fea, vendrá con la connotación de la mirada que han depositado sobre la persona, junto al trato que ha recibido en sus necesidades instintivas y emocionales. Verse bello, o cuanto menos aceptable, implicará la aceptación de lo que uno es; verse feo implicará la no aceptación, o más bien el desprecio y el rechazo que uno puede sentir por sí mismo proyectado en una zona de la cara o del cuerpo que no aceptamos de nosotros mismos.

De modo que el secreto del espejo no está en el espejo. El secreto del espejo está en la mirada que proyectas en el espejo. El espejo solo te devuelve la visión y el concepto que tienes de ti mismo. Por tanto, el secreto del espejo, el reto que secretamente te plantea es transformar la mirada desde donde te miras, porque en el fondo, solo tú puedes saber quién eres, si eres honesto contigo. Si te falta esa honestidad y te niegas y reniegas de mirarte, entonces serán las circunstancias de la vida, tanto ordinarias como extraordinarias, quienes te pongan por delante los espejos necesarios. Porque el espejo, no solo está para mirarse, el espejo sobre todo está para que usted se vea.