¿El Amor es Lo contrario al Miedo?

06.02.2023


Hoy voy a hablarte de la confusión generalizada que ha generado la afirmación de Krishnamurti según la cual "el amor es lo contrario al miedo", que se ha hecho mito a través de determinados círculos y que quiero aclarar para que podamos ver su sinsentido.

A modo de síntesis, el miedo, la agresión, la tristeza y la alegría son las cuatro emociones básicas, puras. Sentimos miedo, agresión y tristeza cuando nuestras necesidades instintivas son frustradas; sentimos alegría cuando esas necesidades son satisfechas o cumplidas. A lo largo del desarrollo, y a medida que crecemos, estas emociones se van sofisticando y se van mezclando entre sí. Si estas emociones no son atendidas, se mezclan aún más entre sí y se arman auténticas bombas preparadas para explotar cuando la ocasión lo propicie.

Por otro lado, el amor y el afecto son sentimientos aposentados que podemos sentir, tanto por nosotros mismos como por el otro. Cuando digo que son sentimientos aposentados me refiero a que no son reactivos, por tanto no pertenecen a la esfera de las reacciones emocionales, sino a la esfera de los afectos. De modo que si digo que el amor es lo contario al miedo, es como si dijera que la manzana es lo contrario al brócoli. No tiene sentido.

El amor y los afectos se desarrollan paulatinamente a medida que se satisfacen esas necesidades instintivas y a medida también que se acompañan las reacciones emocionales. Si ahí nos sentimos atendidos y bien tratados, entonces nos sentimos amados y nos conectamos al amor y a los afectos. Anímicamente nos sentimos en paz y nuestro cuerpo se relaja. A lo largo del desarrollo, los padres son los responsables de atender esas necesidades, así como las reacciones emocionales de sus hijos. Nadie más es el principal responsable. En la vida adulta ya cada cual es responsable de sí mismo.

Desde algunas ramas vinculadas a la espiritualidad new age en general, se ha situado al amor poniendo de contrario al miedo. Se nos dice de vibrar alto y conectarse al amor. Lo he visto también en la psicología del éxito y en el coaching. Todo esto está muy bien, pero si hacemos poco o nada con el miedo o con la tristeza que albergamos, o con la agresión, y pasamos por encima de ello, como suele hacerse, la carga de miedo y el mecanismo que lo activa va a seguir estando ahí, y aunque trates de taparlo o de sobreponerte, va a seguir estando ahí boicoteándote una y otra vez hasta que la atiendas. Si no te lo crees, prueba a relacionarte y a vincularte afectivamente a alguien, o trata de alcanzar algún objetivo importante para ti, y verás que tarde o temprano emerge ese miedo que de alguna forma tendrás que atender. O no. Eso ya depende de cada cual.

Si cogemos con pinzas el estado que nos proporciona sentir amor y cogemos con pinzas el estado que nos proporciona sentir miedo, si separamos esos estados y nos dan a elegir, evidentemente cualquiera preferiría sentir amor. También es evidente que desde ahí tienes una predisposición mejorada para que te vaya ben en la vida, pero el amor no es una seta que de repente sale y no hay nada más que amor. El amor va acompañado de cargas emocionales que es preciso y necesario atender. Por lo tanto, el amor no es lo contrario al miedo. El miedo, como la tristeza o la rabia, son emociones naturales, inteligentes, que han necesitado ser acompañadas para ser procesadas y de esta manera aproximarnos realmente al amor. De ser así, sentiríamos amor por aquellos que nos acompañaron en ello a lo largo del desarrollo, y el vínculo con ellos sería tan consistente como sano. Cuando somos adultos, tú eres el responsable de acompañarte en estas reacciones emocionales, nadie más es responsable de ello. Si ya somos adultos y seguimos con cargas emocionales pendientes de procesar, sería importante que te plantees realizar un proceso terapéutico si realmente quieres mejorar la conexión contigo mismo y la conexión con los demás, o lo que es lo mismo, el amor por ti mismo y el amor por los demás. Y si no quieres realizar un proceso terapéutico, por lo menos date tiempos y espacios para estar contigo, con tu cuerpo y con lo que sientes. Si estos procesos emocionales no son atendidos y nos situamos en el ideal de estar permanentemente conectados al amor, eludiendo todo lo demás, lo que ahí se construye son castillos en el aire básicamente, o lo que es lo mismo, ideales sin base real donde sustentarse, desde donde la vida se encargará de una forma u otra de que vayas aterrizando en la realidad. Si no es por las buenas, por las malas.